domingo, 20 de febrero de 2011

Recorte #4



 Lady llaga -pensó Pedro I.


jueves, 20 de enero de 2011

miércoles, 19 de enero de 2011

Efeméride "postimpresionista"

   "Postimpresionista" es tanto un lugar común como un adjetivo clave para entender cómo se ha manejado la crítica con Paul Cézanne. Como a algunos otros maestros del arte y la literatura, lo llaman padre de la modernidad... suena a lugar común también, pero siempre recuerdo cuando una profesora señaló en un cuadro de Rembrandt una pequeña estría de una pared dañada, y dijo que con esa rendija se abría la modernidad. Diría que la vibrante luz y la pincelada de lengua de la pintura de Cezanne se despliega del otro lado de la rendija...




   
   Diría que esas incréibles manzanas y peras que le dan fe y vida a Isaac de "Manhattan" (Woody Allen) son más órganos que manzanas y peras. Órganos nuestros, del hombre moderno. Tal día como hoy nace Paul Cézanne para renacer y hacerse en la memoria de todos.

martes, 18 de enero de 2011

Efeméride deleuzeana


Algún día el siglo será deleuzeano, y habrá más gusto por lo difícil. Tal día como hoy en el año 1924, en París, Gilles Deleuze le abrió los ojos al mundo por primera vez (valga la ambigüedad de la frase).

La imagen-tiempo directa es el fantasma que siempre acosó al cine, pero se necesitaba el cine moderno para dar un cuerpo a ese fantasma. Esta imagen es virtual, opuestamente a la actualidad de la imagen-movimiento. No obstante, que lo virtual se oponga a lo actual no significa que se oponga a lo real, al contrario. Hasta se podrá decir que la imagen-tiempo supone el montaje tanto como lo hacía la representación indirecta. Pero el montaje ha cambiado de sentido, cobra una nueva función: en lugar de recaer sobre las imágenes-movimiento, de las que desprende una imagen indirecta del tiempo, recae sobre la imagen-tiempo desprendiendo de ella las relaciones de tiempo de las que el movimiento aberrante no hace más que depender. Según un término de Lapoujade, el montaje se ha vuelto “mostraje”.

Recrote #5


Voy a vender mandalas para colorear -dijo Iván.


domingo, 16 de enero de 2011

Prisionero, digo, película 163: A clockwork orange


A C. Aguirre, quien se atrevió conmigo.

    
   La vi, por fin la vi. Basta de esfuerzos sobrehumanos para no hacer evidente lo que sin duda era un vacío en mi formación (¿historia? ¿vida?... ¿sensibilidad?). Créanme que llegó un punto en que mi tonta verguenza de quedar como ignorante fue superada por el fastidio de tener que convencer al otro del hecho, intentar explicarle, explicarme por qué coño no la había visto. 
   La verdad es que, antes de hablar del film en sí, una de las cosas que más me sorprendió es cómo las culturas que se desarrollan alrededor de equiz objeto pueden terminar hablando de cualquier otra cosa menos del mismo. "La naranja mecánica" no sólo me generó el respeto esperado sino que de hecho disfruté verla, cosa que estaba definitivamente lejos de toda expectativa. Para muestra un botón, sólo con poner el nombre de la película en google-imágenes, ya se ve como hay un culto GIGANTE a la primera parte, al Alex DeLarge vestido de psico. Pensé, y me atrevo decir que a cualquiera que no la haya visto quizás le pasaría igual, que toda la película era eso: ¿gore es que le dicen? Bueno, una película de pathos, pathos y más pathos. 
    Pero no, me complace decir que no es sólo el testimonio ingenuo de mi papá ya no se hacen películas tan ácidas como antes, dígame "La naranja mecánica..."; que seguró sucedió lo que con The Dark Knight: En la memoria popular, por no decir populista, o POP, a modo de apócope, se quedó sólo el Guasón, repentinamente llamado colectivamente por los venezolanos The Joker... Quizás sea algo así como una debilidad por los personajes que encarnan la anarkía muchas veces añorada ¿quién no quiere explotar cosas disfrazado...?

    Ver esta película del primer año de los setenta, producida, escrita y dirigida por Stanley Kubrick me puso los pelos de punta más que por las noches del cuarteto de psicópatas, por la artificialidad extrema de sus días, la simetría insoportablemente disimulada de sus fotos, el concreto, el agua sucia, los bosques secos, con menos vida que la impuesta en los espacios centrados en el diseño y nada más. 
    La sensación de que nunca vería algún índice de naturaleza, sino humanidad bordeada de más humanidad: Los colores del mundo real se ven realmente vivos en la pantalla dice Alex, que fue obligado por máquinas a mantener los ojos abiertos para ver artificio sin la libertad para parpadear que yo afortunadamente sí tuve. 
   A modo de hacer resonar la campana y no hablar más de lo mismo, me pareció interesante cómo se estiran y retuercen las formas, me gusta pensar en ela stética y espíritu de la década anterior todavía haciendo de las suyas. Incluso la belleza de Malcom McDowell se retuerce. Se retuercen convenciones de la moda. 
    En estos momentos  me gusta pensar la película como un flujo de reflexiones, homenajes y demás a la creación moderna, no sólo a nivel temático sino cinematográfico. 
En fin, que quiera decir aún más, me parece una buena excusa para dejar de decir. Más, me refiero, que dos retazos; el primero de una de mis partes favoritas del film y el segundo de la madrugada de la noche en que la vi entre dormido y despierto (mientras ecribo esto, me dan ganas de verla de nuevo, disfrutarla, pensarla):

Padre: Escoger, el chico no puede escoger (...) el miedo al dolor lo llevó a ese acto grotesco de humillación propia. Su insinceridad se veía claramente. Él deja de ser un malhechor, también deja se ser una criatura capaz de selección moral. 

 Ministro: padre, esas son sutilezas...  

 Pedro: La naranja juega con mis límites.



Canción en curso: Home de Vanessa Carlton (No Ludwig Van).

sábado, 15 de enero de 2011

Efeméride basiyélmica


      Aparentemente, tal día como hoy, en el 1605, hace cuatrocientos cinco años se publicó la primera parte de, con nombre y apellido, El ingenioso hidalgo don Quixote de la Mancha de Miguel de Cervantes, a mano de Juan de la Cuesta, dios olímpico de los editores ya que se convierte en el libro más leído después de la biblia. 
 Y así, así... Siglos después: Terry Gilliam se pierde en la mancha.