martes, 13 de abril de 2010

"El Dios de la intemperie" de Armando Rojas Guardia [por Pedro Ignacio]

       Gracias Annabel Petit

     
    Yo, que a veces no sé si soy digno de creer realmente, cuando escucho como ahora este jazz medular surcando con su ráfaga de escalofrío la distancia que hay desde mis huesos hasta esta página; cuando la vida sobrenada en una pulga joven, misteriosamente plena; cuando me doy cuenta súbitamente de que, a pesar de todo, amo y soy amado; cuando vienen hacia mí, igualmente de pronto, una verdad que yo no me he forzado en conquistar, una belleza que no he buscado, una amistad que no esperaba, una sonrisa gratuita que no provoqué; cuando en plena conciencia de mis límites, percibo que siempre "puedo más" ; cuando siento que; a nivel de lo sustancial, nada está perdido si cada día soy capaz de repetir conscientemente la sílaba vital que ahora, al lado mío, encarna Mahalia; cuando tomo conciencia, con un agradecimiento muchas veces instintivo, prerracional, de que, pese a los naufragios, recibo el ser (de que, efectivamente, me lo está dando), entonces me siento invitado (¿diría mejor: convocado?), a sentir, a creer.

Armando Rojas Guardia