viernes, 9 de abril de 2010

Aquí nace el Delantal de Sueños

    Quizás empezar a pedalear sea la parte más difícil de esta aventura (pues ni me quiero imaginar cómo será frenar). Desde que comencé a quitarme los zapatos para subir a la bicicleta, constantemente he escuchado la palabra “Sensibilidad”, y me he dado cuenta de que todos mis compañeros ciclistas se caracterizan por tener algo de ella en sí. Muchas veces suelo denotarle un significado a palabras como esta; apenas escucho decir algo relacionado con “Sensibilidad”, algo adentro de mí automáticamente me dice “libertad de vivir”. Si, alguien sensible es alguien libre de vivir, libre de sentir, de sufrir, de reír, libre de experimentar hasta lo más profundo una infinidad de emociones que pueden ser sentidos a flor de piel. 

    La Bicicleta Alada se caracteriza principalmente por esa palabra, que quizás a algunos les podrá parecer muy dulce o empalagosa, o hasta neutra; pero es libre y vuela. La Bicicleta despliega sus alas para que sus ciclistas sientan el pedaleo y sientan la libertad de vivir sin reglas. 

   Pero debo decir que el Delantal de Sueños tiene tres reglas: amárrate el pelo, lávate bien las manos y prepárate para explotar tus sentidos. Sintetizaremos la vida en un plato. El día a día de cada mes se verá reflejado en aquello fundamental para todo ser vivo: la Comida. Puede que para algunos comer sea algo básico, una mera necesidad. Pero, me presento: soy Natalia y pienso y siento que comer es el mejor placer de todos.

   Hace no mucho retomé un sueño de mi niñez que podrá parecer algo usual, pero recuerdo que cuando tenía alrededor de diez años soñaba con dedicar mi vida a cocinar para todo aquel que lo necesite o lo aprecie. Sin embargo, como te podrás dar cuenta, no veo el acto de cocinar como una simple mezcla de sabores, olores, colores y texturas. Tampoco me tildo de Chef o de algún título refinado, pues no siempre cocino, no siempre hago buenos platos. Para mi cocinar es como escribir un diario de vida; es un método de expresión, de desahogo. 

   Soy estudiante de segundo semestre de Letras de la UCV. Una de las clases que más me ha marcado desde que estudio en la escuela, fue al inicio de primer semestre, cuando mi profesor Castillo Zapata de Teoría Literaria nos enseñaba lo que era la literatura. Puedo resumir, con miedo a que otros letrados lean esto y me contradigan, que la literatura son sentimientos hechos palabras, con sus respectivas normas y caminos. Como si hubiera sido esta tarde, recuerdo a mi profesor esmerándose para hacernos entender cuál era el real concepto de este arte. Como muchos éramos nuevos en el mundo de las letras, con certeza comparó un texto literario con una receta de cocina improvisada, que evidentemente no era literatura. Esa enseñanza con respeto la cuestioné y terminé tomándola como un desafío que voy a empezar en mi camino de ciclista. Mi misión aquí, es hacer de las recetas que más causen emoción y mariposas, arte literaria. Voy a escribir cada uno de los sentimientos que me causen los pasos que requiera el plato que estaré preparando, cuando lo pruebe, y por supuesto, sabrás qué tipo de nervios me dio ver las caras de los demás ciclistas probando lo que cociné. No tengas las expectativas muy altas; recuerda, no soy chef: sueño, experimento, siento, y como alguien muy especial me dijo, me quiero comer el mundo.

Nota del editor: La foto de Natalia fue tomada justo antes de preguntarme, un poco psicópatamente cabe acotar, "¿a veces no te dan ganas de comerte la pared?".

2 comentarios:

  1. No pude evitar pensar en Anton Ego trasladándose a su niñez al probar aquel plato de ratatouille. Es cierto: la comida puede causar emociones únicas. ¡Estoy más que entusiasmada por leer esta sección!

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  2. Anton. Es verdad... deberíamos comer Ratatouille...

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