miércoles, 24 de febrero de 2010

El despegue o poética de la Bicicleta alada

   Según Wikipedia todapoderosa, la bicicleta es un vehículo de dos ruedas, que suelen ser del mismo tamaño y dispuestas en línea. Sirve para el transporte, gracias a la fuerza que se ejerce sobre los pedales, ésta se transmite al piñón de la rueda trasera a través de una cadena de eslabones planos y así se produce el movimiento. La paternidad de la bicicleta se le atribuye al barón Carl von Drais, inventor alemán. Su rudimentario artefacto, creado alrededor de 1817, se impulsaba apoyando los pies alternativamente sobre el suelo.
Introducida en el siglo XIX en Europa, tuvo un impacto considerable en la historia, tanto en la cultura como en la industria. En la actualidad hay alrededor de 800 millones de bicicletas en el mundo (la mayor parte de ellas en China), bien como medio de transporte principal, bien como vehículo de ocio. Sí, pero ¿y cuando tiene alas?


   Acabo de salir de una ducha larga. Sin demasiada culpa (por la escasez de agua) porque la verdad es que no me había bañado en tres días o algo así. Desde niño, tengo la costumbre, o más bien tradición, de dejar de bañarme días antes de una fecha especial, para que cuando llegue, lo hago y pueda sentirme más limpio que nunca, preparado, dispuesto, como se sentiría un lienzo en blanco a punto de jugar paintball.
   Mientras tanto, la mesa mayor de la casa ha estado cubierta de libros, cuadernos y dibujos, cosa que no debe ser de mucho agrado para mi abuela, quien encuentra gustoso reservarse lo que piensa pero sí mirarme con incomodidad.
   Y esa es la segunda razón más importante porque la que no recogeré el desorden. Recordará, amigo imaginante, haber mordido una manzana de esas rojas, grandes que resulta estar podrida por dentro, de esas que aunque la escupa parece tatuarse en su lengua. He llegado a pensar que en ese instante, aun con la manzana en la mano, podemos ver ciertas cosas con más claridad.
   Al soltarla y dejarla rodar hasta perderse colina abajo, cuando nos empinamos una botella de brandi en un intento por exterminar el mal sabor, luego, es que esa lucidez se diluye y puede convertirse en pulsión imaginaria o poética, esa que vive usted.


   Una amiga bailarina poeta, uno de esos seres cuya sensibilidad los viste y los reviste, apropósito de la Bicicleta, dijo algo como esto “sí, ya lo onírico, lo imaginativo no está ahora lanzado a un desierto, allá a las afueras como sucedía en la era surrealista”. Y aquí, creo yo, que todos los imaginantes de este mundo debemos agradecer infinitamente a Daniela Guglielmetti, Maria Gabriela Montero Lovera y a su Sabia vida savia (gran poemario ilustrado o ilustración poetizada, un tesoro editorial de nuestra década) ¿por qué? Por darle un nombre a esos
nuevos aires en un experimento en el cual dos palabras que parecieron irreconciliables, copulan “irrealismo pragmático”.


   El irrealismo ahora puede ser pragmático. No es necesario cerrar los ojos para montar una bicicleta alada. Claro “si el sueño de la razón produce monstruos” también el sueño de la cotidianidad puede. Por eso es que Daniela y Gabriela hicieron del “irrealismo pragmático”, un manual. Un libro de iniciación para aquellos que deseen respirar estos aires. Justo como un libro de caballería, de donde lo jóvenes medievales aprendían ética y moral (no moralismos, verdadera formación de humanidad y humanismo). Somos jóvenes muchos los de esta era, lo cual llena de sentido la creación de un manual para sobrevivirla y entenderla.
   Este libro, además, nace como una resolución solidaria de unas amigas para animar a otra que se hallaba en crisis. Me gusta el arte que se sabe constructor de éticas de vida, y que son himno de solidaridad. Al filtrarse el arte en la rutina vivimos el irrealismo pragmático para legitimar, por ejemplo, que la mesa esté desordenada y permanezca así para ser un motivo para mi abuela, igual que la rosa pintada de azul de la canción. Es que no siempre tiene que ser una rosa…

  Y allí, la mencionada lucidez, amigos, que nos permite que la manzana imaginaria ruede desde las faldas de la colina hasta nuestros pies, y aun sabiendo que está podrida, queramos morderla de nuevo porque sabe generar pulsión poética, realismo pragmático, real vida.

   Esa vida que está por encima de todo, porque nada está por encima de ella.

  En la cual el sufrimiento no es necesariamente un estigma, y la felicidad no es boba. Esa vida en la que podemos manejar una bicicleta y soltar su manubrio desplegando los brazos como alas, e imaginar que volamos.

   Es la vida concebida como una bicicleta alada. “Bicicleta alada” son nuestras dos palabras que copulan para, por ejemplo, otorgarle la posibilidad de vuelo, de ser poesía a unos párrafos de Wikipedia, otros amigos en crisis.
  Así bautizaremos este barco, esta casa de té, esta almohada, estos nuevos aires. Hoy es su despegue, por eso mi baño especial, por eso la mesa mayor es un collage de ideas, y permanecerá así, hasta que se requiera. Aunque pueda traer más consecuencias que miradas incómodas…

Recuerde que un imaginante tiene que hacer lo que un imaginante tiene que hacer.

Sea bienvenido.

¡Despega Bicicleta! ¡pedalea hasta el fin de año!




Notas: Las imágenes son ilustraciones de Sabia vida savia.

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